La apuesta de Nancy
30 April 2023
Untitled, William Joseph Kentridge, 1998; Image Credit: MoMA
Si la filosofía tiene que ser rescatada de otro comienzo debe entonces liberarse a sí misma primero de la racialización, especialmente de aquellos que estructuran la historia a partir de Heidegger y su idea del fin de la filosofía y su “tarea del pensar”. Cualquier aparición de la filosofía que se dé por fuera de la disyuntiva entre “oriente” y “occidente” será la anastasis de la filosofía. En dirección a ella -y en tanto recibamos las tres preguntas que son, de hecho, la apuesta de Nancy- tendremos que comprender de nuevo qué significa estar en el “Jüngster Tag” que, por supuesto, debe ser entendido como las horas finales. Estamos en los días más jóvenes de la filosofía.
Translated by Mauricio García Echeverri
“¿Nos quedaremos enfrente de lo insostenible? O por el contrario seguiremos estando satisfechos con nuestra pobre autonomía filosófica? O, ¿por qué no, quitarnos esto de encima, ya que hemos dado la prueba (que nadie pidió) de una suprema, magnifica y grandiosa inanidad?” (1)
No hay ningún lamento acá. Ningún corazón cobarde que no se lance bien arriba a la garganta cuando se es llamado en las horas finales por el sonido de la abundante inanidad. Llama de nuevo. Este es el corazón de la filosofía hablando. El voluptuoso corazón de la filosofía -voluptuoso (2) con la pasión por lo impuro, polinómico al estar preparado para ser desgarrado, para sufrir la ruina… y anastasis.
I
El llamado de Jean-Luc Nancy que empieza con la cita de otro (Heidegger) y termina con una pregunta a todos los demás que somos y seremos -este llamado es una provocación, una demanda, una invitación, un reto. Nosotros que hemos nacido en estas horas finales recibimos este llamado nada más que como una apuesta, la apuesta de Nancy, le pari de Nancy.
Cada llamado es un inicio. Si puede llevar al establecimiento o fundar algo es porque no tiene ningún poder absoluto en asegurar esta fundación de las ruinas o de bloquear los descubrimientos de las homologías que se alejan de las ruinas.
Los poetas saben esto; han estado descubriendo las llamadas -de angustia, de anhelo, de sorpresa- que esperan en palabras, ya sea desde la vida cotidiana o a través de otros poetas; y han estado enviando estas palabras “ante y a través de” (como Celan dice en “Die Schleuse”), diferentes pero no exhaustas. Y con este tormento, poder voluptuoso de la llamada, los enamorados de la poesía están también íntimos, sobre todo Platón que lo distinguió de su neologismo mimesis. Sin embargo, pocos hoy en día albergan el tormento que él registró en él mientras muchos dejan intacto su alejamiento funcional dentro de la familia de la imitación, la verosimilitud, el realismo.
Este tormento estuvo primero que todo en las citas que dio el discurso sobre el otro no-presente; citas que para Platón instigan una posesión por medio de palabras, el llamado de otro -allo-phony- que nos hace un ser polinómico capaz de convertirnos en la casa de otras leyes. Estas citas también se invisibilizan a sí mismas al ejercer este poder de tal manera que posibilidades no conocidas corran hacia el lapso de tiempo que se alarga a través de las citas para alcanzar ese ante y a través de. Las preguntas -desde las más antiguas hasta las más modernas, sea en la ciencia o en la poesía, sean socráticas, heidegerrianas, freudianas, althusserianas, o las abiertas por Derrida- son otras llamadas, otras formas de apertura, de instigar.
Al citar el título de Heidegger de 1966, y al recordar el drama de la filosofía y el pensar, Nancy ha abierto otro teatro, ha dejado escuchar otro llamado, y lo ha hecho chocar con lo que Heidegger estaba pidiendo, pero también con lo que Nancy había estado llamando en sus últimos escritos. ¿Cuál es el lapso que se ha abierto en este despliegue de citas en que la “tarea” de Heidegger da paso a la apuesta de Nancy?
Para Heidegger, la privación del Ser que permite occidente sólo es posible después de establecer a “occidente” como un hecho, que, como sabemos, es un hecho recientemente inventado.
Recibimos sus tres preguntas en un momento distinto que puede ser caracterizado, siguiendo a Kant, como el Jüngster Tag que es, por supuesto, entendido como las horas finales. Estamos en los días más jóvenes de la filosofía. Estamos también en las horas del nacimiento de un nuevo ser, cuya única diferencia puede estar indicada por el término “tecnológico”, y que surge de lo que antes fue el hombre. En este caso decimos que algo está naciendo y que la filosofía se ha vuelto demasiado vieja para ello.
Cuando Heidegger estaba recogiendo, de nuevo en 1966, el escenario de la filosofía que se realizaba a sí misma al extinguirse a sí misma en el uniforme resplandor del “entendimiento tecnológico del ser”, y cuando señaló el exhaustivo desplazamiento de la historia de la filosofía como la historia de la metafísica, es decir, la historia de “occidente”, lo estaba haciendo en el tiempo de la veneración otorgada a la filosofía. Como lo dijo en “¿Qué significa pensar?” en 1951, “en todas partes hay un interés vivo por la filosofía” y “los filósofos son «los» pensadores”. (3) Pudo entonces advertir en contra del “filosofar” como la fuente de una “terca ilusión de que estamos pensando”.
Pero hoy día el corazón de la filosofía le habla a un mundo en donde los departamentos de filosofía están siendo desfinanciados o los investigadores son llevados a competir por becas para llevar a cabo proyectos -esta es la ironía de estar “satisfechos con nuestra pobre autonomía filosófica”-, mientras que filósofos que se convierten en un dolor de cabeza para hombres en el mercado, como Narendra Dabholkar y Govind Pansare, son ejecutados sin ni siquiera un juicio socrático. Lo que ha quedado hoy de la llamada “historia de la filosofía” es fuertemente olvidado detrás de su esencia industrial extraída en forma de teoría; y ahora es el “pensar” lo que en todas partes es asumido como el título para las actividades de las corporaciones tecnológicas, “ciencia de datos”, y los sueños de la inteligencia artificial y los mesías mecánicos.
Si “filosofía” es todavía una palabra que sólo le dé un valor añadido a toda esta promoción del pensamiento podríamos decir que, en el idioma de Heidegger, hay por todas partes un vivo y constante interés en pensar y que tenemos la terca ilusión de que estamos filosofando. En este sentido también “pensar” otra palabra de la filosofía (si continuamos hablando como si existiera esta sola cosa llamada filosofía) debería ser puesta -como Abbaus y Destruktions trataron a la filosofía- bajo examen -¿crítica?, ¿psicoanálisis?, ¿deconstrucción?- antes de darle cabida a sus “tareas”. Esto, y no solo el “final de la filosofía”, es el profundo suelo en que se sedimentan las cenizas de la filosofía y el pensar. Por esto la pregunta de por qué no terminar con todo de una vez debería ser la amarga burla para aquellos que creen saber que ha terminado realmente y que no hay nada para ellos ni siquiera por terminar.
Mientras en el ensayo de Heidegger se esboza en la segunda sección la elusiva figura del “asunto de” la filosofía, escuchamos en el texto de Nancy un rechazo a elaborar algo sobre qué es “pensar”; un estudio reservado para que funcione como una limpieza del paladar para otro sabor de la filosofía. Más bien la “tarea” se designa ahora en insistir en un “significado filosófico” del discurso filosófico sobre su final. En esta pausa, las palabras “inicio” y “final” se han alejado de Heidegger. Esto lleva a lo que Nancy, como el filósofo del inicio, ha venido diciendo: “La filosofía inicia desde sí misma; este es el axioma permanente para ella”; en el mismo texto habla de “Los inicios de la filosofía: la palabra debe ser escrita en plural” (4)
II
Para empezar, “inicio” debe distinguirse de “origen” como la sustancia que recibe las diferencias que son tolerables para ella, es decir que permanece en tanto que los predicados estén dentro de cierto rango. Esto significa que en lo sucesivo inicio debe distinguirse no sólo de lo inicial, lo inaugural y el archē, pero sobre todo de la sustancialidad de una “filosofía” que vendría siendo también la sustancialidad de “occidente” al tener “su” historia en el rango establecido por Heidegger como: metafísica como ontoteología como la historia de occidente.
Esta diferencia entre oriente y occidente es tan oscura como la “diferencia ontológica” y es también indisociable de ella en Heidegger, en quien el primero constituye la condición del último. Occidente como metafísica es propulsado a través del sostenimiento de la privación del Ser, que es articulado como una diferencia ontológica. Pero esto significa que para Heidegger la privación del Ser que permite occidente sólo es posible después de establecer a “occidente” como un hecho, que, como sabemos, es un hecho recientemente inventado.
En “El Ister” y “Germania”, Hölderlin vería en el Ganges y en el Indus la condición para concebir una fuerza originaria (una fuerza que fue y es reconocida en su idioma de piro-filia como el fuego ario -una piro-filia que ha sido afirmada como el otro de la filosofía)
Nancy ha puesto en entredicho la manera de pensar de Heidegger sobre filosofía, historia, destino, inicios y finales, al decir lo siguiente:
Esto equivale a confirmar que nada esencial ha ocurrido en el destino de occidente -nada excepto el empeoramiento de la metafísica y de su advenimiento técnico y democrático… ¿No debería haber habido más de una historia? ¿Más o algo otro que “una historia”? ¿No debería ser lo histórico plural, esparcido aquí y allá a través de un camino no tan ordenado como el que se le ha asignado a occidente? (5)
La sustancialidad de “oriente-occidente” es construida a través de las distintas imágenes de los griegos y tomando referencias de ellos en distintos momentos. Por ejemplo, para Heisenberg fue necesario hacer referencia al concepto de privación de Aristóteles para poder justificar la coexistencia de los estados en la mecánica cuántica. De manera más cómica, los políticos hindúes han hecho también este gesto al referirse a las viejas historias o épicas para intentar construir una sustancialidad oriental: como se afirma que los aviones estaban presentes en el subcontinente antiguo, ellos entonces tenían internet; después de todo los dioses se comunicaban entre ellos y con los hombres a través de grandes distancias. Nancy advierte que nosotros,
Rechazamos de este modo el que después de los griegos han sucedido gran cantidad de cosas que no siempre vienen de los griegos. Pero hemos terminado necesitando esta imagen de los griegos porque no sabemos y no somos capaces -o quizás sólo con una gran dificultad- de ir más lejos (6)
Esta construcción del “inicio de la filosofía” ha formado una condición duradera, no para la filosofía, sino para una reciente -de hace más o menos trescientos años- autobiografía para la filosofía que se ha establecido en ciertos textos filosóficos. Es una autobiografía que, como debería haber sucedido hace mucho tiempo, ha llegado a su fin.
En el Jüngster Tag estas son las cosas que urgentemente debería uno hacer: hacer un balance de las condiciones, pero sobre todo preguntarse que es una “condición” y su diferencia con el ser, la causa y también la razón. Dondequiera que el corazón de la filosofía hable cualquier idioma, bajo cualquier nombre y bajo ningún nombre, esta será su tarea filosófica. Por el momento enfaticemos dos condiciones.
Primera, la diferencia entre oriente y occidente es como aquella entre los dioses gemelos que son invocados en la metáfora de los ríos gemelos en el poema “El Ister” de Hölderlin (no es ninguna sorpresa que después de Kant y junto a Hölderlin, Hegel y el resto de los románticos alemanes, la filosofía comenzara su obsesiva preocupación con “Europa”, “occidente” y “oriente”):
und Füllen gleich In den Zaum knirscht er,
y como los potros, tasca el freno
Der scheinet aber fast
Rükwärts zu gehen und
Ich mein, er müsse kommen
Von Osten.
Pero casi parece
Remontar a la Fuente, y pienso
Que llega del Este
Dentro de las oposiciones entre “occidente y el resto” y de la “filosofía y pensamiento” de Heidegger, estos gemelos adquieren diversas encarnaciones -la distinción de los terrenos del pensamiento, la distinción de estilos y preocupaciones del pensamiento, las confusiones cartográficas, lo geo-político, lo técnico-militar. Ellos toman estas encarnaciones para poder distraernos del “final” al darnos un engañoso sentido de nuestras acciones.
Segundo, pero de igual manera importante, esta construcción no estaba sucediendo únicamente en Europa. En el subcontinente esta distinción entre oriente y occidente estaba siendo establecida más o menos al mismo tiempo a través de los ejercicios de colaboración de los colonizadores y de las castas altas en torno a la codificación y distinción de las religiones y civilizaciones de oriente. Un momento alterno realizado en la diferencia entre occidente y oriente es la adopción y reinvención de lo ario -una distinción de las indologías alemanas, británicas y francesas; distinción que fue desarrollado en un lapso de tiempo en el que se dieron efectos políticos macabros tanto en el subcontinente como en Europa. En “El Íster” y en “Germania” Hölderlin vería en el Ganges y en el Indus las condiciones para concebir una fuerza originaria (fuerza que fue y es todavía reconocible en su idioma de la pirofilia como el fuero ario -una pirofilia que también ha sido establecida como lo otro de la filosofía). Todas estas condiciones llevaron al surgimiento de la “política de los arios”, la cual tuvo un efecto inmediato en la Europa de los siglos XVIII y XIX. Sus contemporáneos en el subcontinente fueron los nacionalistas de la “gente aria” a través de las cuales las castas altas, especialmente Vivekananda y Gandhi, y todo el espectro de sus organizaciones modernas ayudaron a inventar la religión “hindú” y su fascismo que gobiernan hoy día a la India.
Más o menos en el mismo momento en que Heidegger se concentraba en la distinción entre oriente y occidente en Alemania, M. K. Gandhi se envolvía en un proyecto similar en India. A pesar de sus logros tecno-científicos, tanto para Gandhi como para Heidegger occidente marcó un declive en el hombre. Para Gandhi, occidente implicó una desviación del hombre de lo natural, y en este sentido la declaración de su apocalipsis necesario. En 1909 escribió sobre occidente:
Esta civilización no es religiosa, y ha tomado tanto asidero en la gente de Europa, que aparece medio loca.
Esta civilización es de tal modo que uno sólo debe ser paciente y ella se destruirá a ella misma. (7)
Él hizo un llamado a “un pensamiento, incluso un mundo” que sería “ni metafísico ni hipofísico”. La filosofía busca una y otra vez este pensamiento, que es interminable, irreductible a un “para qué” o un fin”.
Al hecho de oponer tanto a la filosofía como a occidente como satánicos al buen pensamiento, lo llamó hipofísica. Mientras que la metafísica puede ser indicada por la fórmula “el Ser es X”, el pensamiento hipofísico, del cual hay muchos autores pero que fue articulado más exhaustivamente entre los pensadores modernos por Gandhi, puede ser indicado por la fórmula “la Naturaleza es valor” en donde la naturaleza es todo aquello que no ha sido producido por el hombre. Los racismos, incluyendo el racismo metafísico de Heidegger, como también el orden de castas del subcontinente son especies de hipofísica, como también lo son algunos pronunciamientos del romanticismo alemán. La teoría poscolonial (que en ocasiones combina a Gandhi y Heidegger y muchos otros pensadores de “Europa”, “la civilización occidental” y la “modernidad”) y la política poscolonial como son practicadas hoy día en el subcontinente han sido una fachada de la política “aria” que está en marcha en las obras de los otrora poscolonialistas.
En este sentido, no es únicamente en la historia de la filosofía de Heidegger que todos estos efectos políticos que han sido construidos en “Europa”, “occidente” y “oriente”, y en lo no occidental, deben buscarse. Por supuesto ha habido muchas más cosas que han sido generadas por la diferencia oriente-occidente, como por ejemplo la llegada a Europa de la imagen libre del paria (un anglicismo para “parayar”, prevaleciente en el sur del subcontinente y un emblema intocable del sistema de castas que contrasta con “el advenedizo” de una manera que debería seguir disturbándonos).
Estos ejemplos deberían ser suficientes para indicar que la diferencia oriente-occidente ha sido un trabajo de sintonías recíprocas y cadenas de imitación de la una con la otra hasta un punto que, de vez en cuando, una se pregunta como Orwell:
Los animales que estaban fuera miraban a un cerdo y después a un hombre, a un hombre y después a un cerdo y de nuevo a un cerdo y después a un hombre, y ya no podían saber cuál era cuál.
Sin embargo, lo que es más preocupante es aquello que es excluido de la hermandad y vuelto “no privativo”, o lo que es incapaz de ser privado de un pensamiento específico. La gente y los mundos considerados por fuera de las diversas imaginaciones de la diferencia oriente-occidente -la gente en Africa, los nativos de América, de Australia y Nueva Zelanda, los escandinavos, Asia central, los hindúes del sur que son llamados drávidas. Estas personas pueden ser asimiladas como los predicados de la diferencia oriente-occidente, como un académico “decolonial” está luchando, con un alto riesgo, por realizar.
III
Si la filosofía tiene que ser rescatada de otro comienzo debe entonces liberarse a sí misma primero de la racialización, descartando estas orientaciones y occidentalizaciones, por temor a que se vuelva una “teoría blanca”. En este sentido, otra diferencia crucial surge entre los dos ensayos que tienen casi el mismo nombre. Heidegger sólo pudo iniciar su llamado para otro pensar como “el pensamiento que no es ni metafísica ni ciencia”. Pero Nancy reconoció igualmente los peligros en el pensamiento de Heidegger como también en Gandhi “los riesgos de que se disuelva en el océano de la Verdad la mera existencia de hombres y mujeres para quienes esta “Verdad” los debería iluminar”; por consiguiente hizo un llamado hacia un “pensamiento, incluso un mundo”, que fuera “ni metafísico ni hipofísico”. (8)
La filosofía busca una y otra vez este pensamiento, que es interminable, irreductible a un “para qué” o un fin -un fin que no es ni el destino o cumplimiento de una muerte ni tampoco el fin como la imagen omnicomprensiva de un “mundo” que se ve en el espejo de “occidente”- sino el fin como fines, en plural, que aguardan por sus aun desconocidos nacimientos y explosiones en la polinomia de todas las cosas. Es así como la apuesta de Nancy llega a nosotros, a través de una de las tres preguntas que permite la explosión del “fin” y de los finales: ¿Nos quedaremos enfrente de lo insostenible
Ningún propósito o cosa [Sache] se anuncia aquí. En tanto que el significado filosófico está ya en juego e inicia de nuevo con los inicios y los fines: ¿qué tipo de fin es “lo insostenible” y qué tipo de inicio se posiciona? ¿Cómo deberíamos responder a esta apuesta? ¿Nosotros, cuyas condiciones, en tanto que ellas nos han sido dadas recientemente bajo una diferencia ontológica entre oriente y occidente, se han vuelto insostenibles?
Debemos entonces volvernos familiares con esta insostenibilidad: hoy día, la sustancia reciente, lo “oriente-occidente”, ha recibido más predicados de los que puede manejar. Ha empezado a volverse otro de una manera análoga a aquella del carro motorizado que ha recibido diversas modificaciones durante las últimas décadas -tracción en las cuatro ruedas, inyección de combustible, navegación satelital, etcétera- de modo que lo que empezó como algo para la libertad de movimiento es ahora, con los carros autónomos, desplazado por el encarcelamiento en el movimiento. Esto quiere decir que el carro ha tenido un cambio de fase hacia la cárcel. Se ha vuelto aparente el esparcimiento de todas aquellas cosas que habían sido mantenidas juntas por la confusa diferencia entre oriente y occidente. En este sentido, la crisis de esta diferencia, que ha sido vaciada por la sustancialidad y el concepto de sustancia, ha creado una stasis.
Los términos y espacios sostenidos por esta diferencia en varias articulaciones están siendo liberados y esparcidos sin ninguna otra ley que los comprenda. Es en esta instancia que el fin puede ser entendido como crisis; con la que la filosofía tiene, especialmente hoy día, una difícil relación: estamos ya más allá de la edad de la crítica que necesita suficientes intervalos entre las acciones para dominarla. Este intervalo es algo de lo que carecemos en la edad de la velocidad de la luz. El lugar de la crítica lo ha tomado la criticalización. Cuando los elementos de un sistema han alcanzado sus límites, y cuando estos elementos se han convertido en algo que opera con nuevas relaciones de funcionamiento que el sistema ya no es capaz de acomodar junto a los límites de los otros elementos, lo que surge es la criticalización. La criticalización excede los poderes de la crítica para definir los límites del sistema y restaurar sus elementos. La criticalización lleva a la stasis.
Escuchamos en el texto de Nancy un rechazo a hacer una elaboración sobre lo que es “pensar”, un estudio reservado que funciona como una limpieza del paladar hacia otro sabor de la filosofía.
Comencemos con esta afirmación de Nancy:
“En otras palabras, debemos aprender a existir sin ningún ser y sin ningún destino, solicitar que no se comience o recomience nada -y también nada por concluir” (9)
Esto significa que la filosofía, que fue aislada funcionalmente recientemente en la diferencia “occidente-oriente” y que por consecuencia sufrió la stasis creada por esta diferencia, debe pararse por fuera de ella. Anastasis.
Ana-stasis es lo que se pone por encima de la stasis.
Stasis viene de la raíz especulativa “sta”, que significa “mantener en un lugar” o “sostener firmemente”. De la misma raíz se deriva del antiguo griego “histemi”, que significa “yo soporto”. En la ciudad griega, stasis ocurría cuando dos o más facciones reclamaban dictar las leyes que comprenderían la vida en comunidad dentro de la ciudad. Un estado de inacción debido a los conflictos o la guerra civil es también stasis en tanto que en ese caso ninguna ley podía surgir.
En nuestro tiempo estamos experimentando la criticalización de todas esas condiciones -intelectuales, económicas, ambientales y tecnológicas- que a través del criticismo, e incluso de la crítica, han funcionado. La anastasis se aprovecha del sistema criticalizado en aras a rescatar las homologías de ella misma para garantizar a las inquietas analogías sin aislamientos funcionales la pasión por lo prófano, y al mismo tiempo permitir un horizonte de una inquieta revelación de una serie de leyes comprensivas para la activa polinomia. De hecho, tal cual Gandhi fundó y aborreció, la Anastasis deja ruinas.
La anastasis no es ni la resurrección ni el surgimiento de los muertos, sino que “tiene que ver con aquello que no viene del yo, del sujeto mismo, sino del otro. Ana-stasis es el surgimiento del otro, que para nosotros sería el otro de la diferencia oriente-occidente. Pero, ¿qué es lo que vienes después del descanso de esta diferencia? Cualquier aparición de la filosofía que esté por fuera de la disyuntiva entre oriente y occidente será la Anastasis de la filosofía. Sin duda alguna hay que tener en cuenta que esta posibilidad se encuentra también con las máquinas -los computadores; ellos están dando los principios para vivir. No tenemos las condiciones para prepararnos para lo que sea que vaya a venir, pero tenemos que descubrirlo y desarrollar aquellas nuevas facultades con las cuales podremos hacerlo. Como diría Derrida, tómate tu tiempo pero apresúrate, porque no sabes lo que te espera. (10)
Anastasis es el oscuro comienzo que reunirá las ruinas que pertenecieron tanto a occidente como a oriente, con el fin de hacer de ellas una crisálida. De este modo activará las imágenes nacidas de ella. Ellas serán arrojadas hacia cielos completamente diferentes, con sus propios espacios y sin caer en el comercio de las orientaciones y occidentalizaciones. Estaremos listos a escuchar sus intercambios si estamos preparados para atender a este próximo final de la diferencia oriente-occidente.
Divya Dwivedi, 13 de julio de 2021
NOTES
1. Jean-Luc Nancy, “El final de la filosofía y la tarea del pensar”, Philosophy World Democracy (febrero de 2023).
2. Voluptuoso no tiene nada que ver con la presencia.
3. Martin Heidegger, ¿Qué significa pensar? Traducción de Raúl Gabás. Editorial Trotta, España, 2005, p. 16.
4. Nancy, The creation of the World or Globalization. Translated by François Raffoul and David Pettigrew. Albany: SUNY Press, 2007, p. 77, 83.
5. Nancy, The Banality of Heidegger, translated by Jeff Fort. New York: Fordham University Press, 2017, p. 37.
6. Ibid., p. 39.
7. M. K. Gandhi, Gandhi: Hind Swaraj and Other Writings, ed. Anthony J. Parel, Cambridge: Cambridge University Press, 1997, p. 37.
8. Jean-Luc Nancy, Foreword to Shaj Mohan and Divya Dwivedi, Gandhi and Philosophy: On Theological Anti-Politics, London: Bloomsbury Academic, 2019, p. ix.
9. Nancy, The Banality of Heidegger, p. 59.
10. Derrida, The University without Condition’, in Without Alibi. Stanford CA :Stanford University Press, ,2002, p. 237.